Estoy tan cerca de mí,
casi alcanzo a rozarme la esencia
con los dedos del alma.
Se me rompen las costuras
porque ya no me contengo.
Estoy mudando la piel.
La otra se quedó pequeña,
se volvió rígida,
seca.
Y se me fue despegando
muy lentamente
del cuerpo,
cayendo en jirones de mentiras.
Estoy cambiando los ojos.
Y las manos.
Y la lengua.
Porque ya no miro, ni toco, ni hablo
como antes.
Y tampoco los sabores
que la vida me regala
son los mismos.
Bailo
pero solo yo escucho la canción
que me hace girar inundando la estancia.
Me sé tan diferente,
tan brillante,
como si de repente me estuviera bordando
con hilos de colores
en la tela gigante que todo lo compone.
O acaso estoy brotando como la primavera.