Cada paso que he dado en estos años
lo iluminó tu creciente mirada.
Cada empuje.
Cada desvelo en cada madrugada.
Cada preocupación.
Cada idea increíble o desastrosa
fue buscando tu bien…
.
Querido hijo.
Hoy me duele tu lengua que me rompe,
descuartiza el amor y sus senderos.
Me hace pequeña en todos los esfuerzos
de manera cruel.
Desfigurada.
No encontré la salida muchas veces.
Tampoco hallé la entrada a tus desvanes
donde supongo guardas los secretos
que no vas a contarme.
Lamento estar marchita en ocasiones,
como la rama seca que se quiebra.
Me gustaría ser viento entre tus rizos.
Me gustaría acunarte con canciones
que hace años se durmieron en mi boca.
¡Me pesa tanto el mundo en este cuerpo
que un día, no hace mucho, fue tu casa!
¡Me pesa tanto el tiempo en este cuerpo!
¡Te siento tan ausente,
vacías nuestras bocas de palabras…!
Cada paso que doy
quizás equivocado
solo busca tu bien, querido hijo.