La casa huele a pan,
a tierra y a lombrices,
a libros viejos,
a flores que se secan
y vida nueva
pegada a los cristales,
limpias gotas de agua
que escurren
y germinan.
.
La casa suena a risas,
a zapatos bailando en el rellano,
a gateos africados,
a abrazos lentos
ensanchando las oscuridades.
En medio de la noche
atrona una mujer que pare un hijo.
El fogón suena a jazz
y a música de cámara la alcoba.
.
La casa sabe a leche
de madre o en tazón con magdalenas.
Sabe a coñac con lágrimas
al frotar los chichones.
Sabe a guisantes crudos
que salen de la vaina.
Sabe a tarde de maíz y chimenea
y a la mandila vieja
de mi pícara tuerta.
.
Esa es mi casa,
la que cubre mi piel y mis huesos sostienen.
Y la puerta está abierta
para que todo pase.