Todos los pies andado errantes por el mundo,
trazando sus caminos con objetivos únicos,
cruzando y descruzando azares inconexos,
modificando el fin,
mezclando las fortunas.
Sus sendas sinuosas se extienden por el mapa,
brillantes rastros secos
que, como caracoles,
bordamos en el lienzo gigante de la vida
con cada decisión que carga nuestra espalda.
Quizás un solo paso nos enmendó el destino.
Bastó para volver del revés nuestros acasos.
De este modo, hoy andamos entre colores huecos
por torcer una esquina redonda de la suerte.
Si pudiéramos ver los hilos que nos mueven
y contemplar las huellas trenzadas que dejamos,
se nos revelaría el mágico engranaje,
el cartón y la trampa detrás de la función
para tomar conciencia de una verdad absurda:
Nuestros pasos aciertan, nos llevan donde estamos,
cualquier otro camino se pierde en lo imposible,
pues toda solución fue y será la acertada.
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