A Marina, que transformó la garra en flor.
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Quiero extinguir la garra
que te toca,
la punta que te hiere,
la piedra que profana el manantial.
Quiero ponerlo todo en un pañuelo,
atarlo con mil nudos
apretados
y lanzarlo a los sueños
para que viva allí.
Que no esté en nuestros días
ni en nuestras noches.
Que no venga a robarnos un segundo
que podamos gastar en podar los rosales.
O escribiendo un soneto,
o comiendo galletas,
o bailando.
Que no venga a doler
cuando esperemos
nuestro turno en el médico,
la llegada del sueño,
el rato hasta que suena el timbre del colegio
y sale a la carrera
un niño desgarbado.
Que todo siga igual
que antes de la tormenta,
antes de que la garra nos dejara en suspenso.
Saldrá bien, nos decimos.
Mañana seguiremos caminando.
Pero hoy necesitaba el desahogo
que me da la poesía
también cuando maldigo.
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“Physoplexis comosa, devil’s claw” by Peter Stevens is licensed under CC BY 2.0
Si la leí entonces, me gustaría seguro porque así me pasa con todos tus poemas pero hoy, sabiendo ya su porqué, me conmueve hasta las entrañas cada palabra tuya y me provoca decirte que te admiro y, sobre todo, que te quiero mucho. Un beso con todo mi cariño.
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Yo también te quiero mucho. Y también siento mucha admiración por ti. Me enseñas. ❤️
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