Debajo de esta vida de traza uniformada,
de la falda plisada con risa y desconsuelo,
de los tacones rotos por todos esos saltos
con los que no he llegado a rozar una nube.
Debajo de esta vida con el trastero lleno,
después de haber callado,
después de haber corrido
tratando de alcanzar el sol en el ocaso
la luna nueva al alba e innumerables sueños,
después de los remiendos, los huecos y los daños.
Debajo de esta vida, debajo de la cama
y del suelo acolchado con fósiles pelusas,
empolvado de tiempo
horadado de ausencias
y miles de palabras que no supe decir.
Por debajo del nácar de mis botones viejos
que arranqué de la ropa que dejó de
servirme.
Profundo y enterrado debajo del subsuelo
cerca de las lombrices que oxigenan la tierra
con túneles torcidos como credos revueltos.
Pasadas las antípodas, más allá del infierno
he hallado el gran océano
azul del que renazco.