Para ponerme a salvo
debo dejar atrás el limonero,
aquel que consolara los ojos de la Ninfa
oscura por tu ausencia.
Hoy lo abandonaré
huyendo de tu alcance
aunque el olor a azahar viene conmigo.
Crecerá sin mis manos
y regará su sombra sobre otros.
Tal vez ellos no sepan
descifrar los matices de sus hojas.
Tal vez me eche de menos.
Tal vez nadie
le acerque la nariz cuando florezca.
Solo serán los daños marginales.
Para decir adiós al aire apelmazado
despegaré tus huellas de mi cuerpo,
el engrudo reseco que dejó tu caricia,
la gasa transparente de la desilusión.
Te esconderé las botas,
apagaré las luces
y conseguiré a tientas la salida.
En el suelo, la presa que me pides
para que te deleites con sus huesos
mientras corro a ocultarme
porque adivino el tajo de tus dientes.
Para ponerme a salvo
he de olvidar el nombre de la calle,
el número que ciñe
mi párvulo universo,
el código postal que me somete
a un círculo cerrado de mañanas.
Para ponerme a salvo
refundaré mi hogar sobre mis piernas.
Vaya, me da pena, pero si esto resuelve…
Y al margen, cómo escribes Leti; me encantas!
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Muchas gracias, Marina. Abrazos grandes.
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MUY BUENO
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Muchas gracias!
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