Que las piedras no hablen
al rodar por el surco del río
en su danza moliente de espuma.
Que la risa escondida
en las sátiras hojas del bosque
no interrumpa el dormir de la pena.
La montaña responde
y habla el viento un idioma confuso
que ensordece como una campana.
Quiero que calle el universo entero.
Que los goznes del mar
no enmascaren el hondo rumor
al final del que existo.
En esta ausencia
el silencio está lleno de voces.