Hay algunas mañanas
que vienen a morderme los tobillos
antes de estar en pie,
antes incluso de acariciar la alfombra,
con las gotas de sueño que aun escurren
por la frontera laxa de la almohada.
.
Perros precoces
que oyen el aleteo de mis párpados
o perciben mi aliento en un bostezo,
me atrapan con sus dientes.
Y me crece el invierno en las rodillas
reptando por los muslos
como una enredadera en tonos grises.
.
El día empieza arrastrando,
enlentecido,
sus pasos en la nieve.
Fuera tal vez sea junio.
Yo escondo un iceberg en el armario.
Me oculto del espectro
en el aliento nuboso del café.
Y me envuelve su olor mientras deseca
la subterránea humedad del alma.
.
Hay algunas mañanas
que me pongo un abrigo anaranjado
para espantar al frío,
si me vuelve a acechar espesa niebla.
Disfrazada de sol de mediodía
me siento junto al lago
y mis ojos se hunden
en el abismo verde.
Así dejo que mueran las jornadas más gélidas
del eterno diciembre que me escarcha.
Durante aquellos días
no llegan hasta el muelle embarcaciones.
“”winter art”” by stefanbauersgall is licensed under CC BY-NC-SA 3.0